Mi cuerpo es una llanura
donde pequeños bordes erògenos marcan territorios en los espacios di boscos que cubren las zonas solitarias de falos carnales;
se me anidan mares en los ojos con cada retumbe de la tierra en mis manos
ayúdame buscándome la fragilidad, la cintura y la respiración.
¿Cuantos dedos necesitas para humedecer tu lengua?
me pregunto si te muerdes los labios camino a casa después de un polvo
Me gustan los ladridos fuertes
y los amarres sin reproches, ni quejidos, todo fuego, que explote la marea que hay dentro
que se rompan puertas, ventanas y se apaguen las velas
deja salir a las bestias
que brote la magia del vino
Quiero trepar cada verso que me digas al oido
mirar a los lados
y darme cuenta de que no existe nadie.
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